viernes, 11 de noviembre de 2016

Child Abuse (SKiN GRAFT Records) en Medellín


La búsqueda de lo que no se nos ha perdido porque nunca lo hemos tenido. Este es el título de la vida de cualquier ser humano, cualquiera. El epílogo que todos llevan es ‘ve tras eso’ (ir detrás o ver detrás) y la vida deja de ser vida para ser esperanza. La esperanza es el fuego eterno, en ella nos consumimos como en el infierno más confortable. La vida no es ni más ni menos que autoconsumo, desgaste y fábula. No conocemos el dolor. Somos cabezas parlantes, somos autómatas, estamos programados para no sufrir. Nuestras metas estimuladas por la esperanza están allí, están allí, allí. Justo al lado de la calavera.

No conocemos la paz y se nos antoja jamás asociarla con la muerte. Jamás. No hay manera que la paz se aprehendida. Mucho menos en vida, la paz será conocida.
La verga entra en la chocha, irrumpe la carne, la fricción, líquidos estimulantes hacen del dolor placentero. El semen espasmódico y furioso perfora el óvulo; la violencia de las células, de un estado al otro; la mutación, la expansión y el crecimiento, arremeten contra las vísceras del huésped, las arrinconan; abriéndose paso entre gritos sordos. En la sala de espera el primer rayo de luz invade la existencia y entre sangre y viscosidad el filo corta la carne. De ahí hacia adelante están las instituciones y el estado policial al que ser sometido.

La vida es un abuso de la palabra vida. Todos somos niños abusados. Obedece, ve tras eso. Las esperanzas son eternas formas de violencia, así como es violento el fuego que arde en la hoguera de Hypatia. Existe un orden para el caos y es la violencia nuestra única esperanza. ¿Cómo no va haber miedo? La constante es violencia, es violentar y en cualquier momento está nos encontrará. ¿Acaso eres tu la noche?. Y que sea este el cuestionamiento, aquel que sirva como prolegómenos a una noche salvaje, una noche brutal llena de violencia y desparpajo. El concierto de Child Abuse, es preciso todos estos cuestionamientos, configurados en un instante de enjundia. La violencia no puede estar más garantizada y más visible que aquí, en este momento. Escuche Child Abuse y verá, venga esa noche a ver Child Abuse y sentirá.

The Burros Discos presenta:
Por 1ra vez en Medellín, CHILD ABUSE (NYC) en vivo.

Ingreso: 20$
Apoyan: Geo Hostel & La Licuadora
+ info próximamente

SKiN GRAFT Records:
skingraftrecords.com

sábado, 24 de septiembre de 2016

El Sonido Subrepticio

El sonido subrepticio no lo encontrará reseñado en ningún medio, pero aún así usted ya está enterado de él. Pero hablemos de lo que no es el sonido subrepticio. Esto no es un espacio para exponer un estado del arte. Esto no es un espacio precisamente. Tampoco es tiempo. El sonido subrepticio no es convencionalidad, no hace parte de una red mediática. No es algo que sea una conspiración de amigos de las instituciones culturales. Subrepticio no tiene un discurso de amor, subrepticio no tiene un discurso. Este no es un discurso porque sabemos que los discursos atrapan y desgastan los cuerpos y las ideas no crecen. El sonido subrepticio hace parte de la nada, por eso cualquier cosa que quieran decir de él escapa a las posibilidades. No es un sonido que nos lleve al enriquecimiento ilícito, porque no es un sonido. No es un evento para ir, el sonido subrepticio no es una muestra, ni una investigación, ni un foro. Aquí no hay expertos del tema, ni grandes teóricos del asunto, no nos interesa adoctrinar. Por eso el sonido subrepticio no es una doctrina, ni un dogma, ni algo por lo que debamos o por lo tengamos que morir. No queremos defender sino el hecho que tenemos derecho a la fiesta.

Tenemos derecho a la subrepción y a la búsqueda de la desestabilización de cualquier eslogan o idea preconcebida. Tenemos derecho a una parte de la nada y a reclamarla cuando se nos venga en gana. Porque no somos borreguitos. Somos un animal desobediente y subversivo. Somos un animal de versos bajitos, de ruidos subterráneos e incendiarios. Amor es para nosotros no otra cosa que el respeto. El sonido subrepticio no es amor, ni se hace con amor; se hace con toda la intención de descontrolar, de mostrar una ruta, las varias rutas de insurrección.

Rodeados de amigos y de enemigos no sabemos quién es quién y no nos interesa saber. Allá afuera no hay nada más que personas que quieren desentenderse de formas y etiquetas, tal como nosotros. No somos organizadores de la nada, no agenciamos espacios, ni cuerpos, ni mentalidades. Al lameculismo, el amiguismo y la amiguería decimos no, no somos eso, ni lo apoyamos. Porque el sonido subrepticio es el resultado de una necesidad que se colma a partir de trabajar como Burros. Declinamos por el disfrute y el placer, hacemos lo que nos gusta. No nos interesa su dinero, seguimos siendo gente de a pie. Gente de a pie pero que repta. Si nos gustara el dinero seríamos narcotraficantes.
Pero no somos narcos; el sonido subrepticio no le gusta el dinero fácil. Por eso no tocamos puertas de ninguna institución del Estado, no buscamos apoyos porque, de verdad, nos autogestionamos; sacamos de nuestros bolsillos cuando hay cómo, y cuando no, nos unimos entre amigos para hacer fiestas. Fiestas que no son un espacio, ni una escena, ni vive de géneros. ¿Quiere saber lo que hacemos con el dinero que logramos captar? Usted está invitado a preguntar.

El ruido se ha institucionalizado, lo sabemos. Es por ende que las manifestaciones por fuera de este círculo se toman como una clara agresión al patriarcado sonoro del valle. Es allí donde toma fuerza la subrepción, como un acto oculto de insurrección ante los modos de operar de los conglomerados culturales. Así que libérese de toda pose y asista al posconflicto sonoro.

viernes, 25 de marzo de 2016

The Burros Discos presenta: Red Rumsey (Unwound/Blonde Redhead) en Medellín



Podemos decir que siempre suceden cosas, cosas comunes, acontecimientos intrascendentes que no aportan nada y no dejan la más mínima marca. Las cosas se suceden, se superponen hasta lograr que un hecho sin precedentes se presente ante la vista de los incautos.
Los ojos cándidos son luz de un acontecimiento que apiló una serie de procesos rutinarios: hable aquí, pacte allí, programe allá. La palabra se hace carne, se solidifica la energía y la mirada de un burro con el poder de visión de la Gorgona, consolida un pacto, unas palabras, se hace carne el verbo en este nido de culebras.

Este burro es culebrero, es palabreador, pero sobretodo vio la luz en el único lugar del planeta donde pudo haberse dado: Medellín, ciudad mística metida en un tazón indígena formado por montañas, accidentes geográficos de pendientes y lomas, hacen difíciles los caminos y el trasegar de los usurpadores. Por las noches es una ciudad que brilla cual guaca, ofrendas malditas que brillan por el rencor de los espantos; viejos espantos que nos incitan a matar por dinero, por lo que brilla, el peso del pasado lo llevamos a lomo de burro, con nuestros muertos y vírgenes violadas. Pero son acontecimientos que se dieron sin una evidente trascendencia. Devolvamos al mundo lo robado, las joyas malditas llevan rezos; estamos malditos, este es un valle de muerte: el valle de la burra.


Por las noches cuando intentamos dormir nos preguntamos cierta cantidad de veces sobre los visitantes, los extranjeros, esos que vienen con la mirada de un foráneo. Vienen a este lugar, invitados por avisos de luz; como chapolas se acercan a nuestra ciudad con todo el desconocimiento de la muerte. La muerte acedia, la muerte brilla al final. No podemos dormir, hay ruidos extraños por el lugar;  nos levantamos como expulsados por la cama, caminamos por el pasillo, algo aletea en la sala, una chapola negra está en la casa. Emisario de la muerte, no es la muerte en sí. No avisa para llegar, solo avisa que una muerte vendrá. Hay que hacer preparativos, la muerte es un evento importante, hay que recibirla también por lo pronto a este extraño ser lo recibimos en nuestra casa. Verm Rumsey está en la casa. 


Es un gran suceso, es alguien de ese Olimpo del rock de los 90s quien nos visita, ese Olimpo del rock noventero que casualmente se dio a luz en la ciudad de Olympia. Muchos no lo saben, pero Vern Rumsey fue integrante fundacional de Unwound, banda de culto de Noise, Post-hardcore que,  entre conocedores, brilla con una luz propia, equivalente al brillo proyectado por bandas como Nirvana. Ambas proceden de la misma región de los Estados Unidos, el estado de Washington. La desazón, la zozobra, el desasosiego son temas recurrentes en los cantos que entonan los artistas que ven la luz en aquella región del norte del continente. 

Esto es algo que une este valle de espantos con aquel Olimpo de dioses malditos.

LUGAR: SALA SENTIDOS (CRA 80 # 49 - 64)
COVER: 10 K
ORGANZA: THE BURROS DISCOS
APOYA: SALA SENTIDOS



jueves, 7 de enero de 2016

Homilía







Destruimos las formas existentes fundando una nueva concepción de lo que somos.


Nuestras ideas son una serie de descubrimientos que cambian radicalmente la manera en la que percibimos el entorno: la urgente necesidad de restablecer algunos modelos en nuevas percepciones y concepciones de la existencia, nuevas formas de comunicación para las generaciones futuras; aquellas destinadas a vivir en una época que se debe caracterizar por generar una ruptura profunda de los valores del pasado.


La música debe ser la guía de los nuevos conceptos, la base de la comunicación desde nuestro deseo, el deseo del cambio compartido por la mayoría de nosotros. Burrocracia propone un carácter enérgico y agresivo, ser la intervención de la realidad a nivel imaginativo; la danza de las formas, una manera más proactiva y concreta que resalta las contradicciones en las que vivimos nuestros días.


Queremos ser un impacto en la tragedia de los condenados al ostracismo, esos que arriesgan sus mentes dentro de una sociedad que premia al reproductor; aquel que no es capaz de imaginar un universo paralelo. Nosotros somos un largo silencio - las acciones que se firman desde el ruido- ese que solo pretende ser un instrumento para la lucha. Burrocracia es la unión de espíritus que se iluminan, es el Leviatán de cuerpos que cargan el peso de su propia cruz.


Desdeñamos los títulos, adoramos la negación, construimos ídolos que nos hacen felices y que, de hecho, resaltan nuestros aspectos negativos, nuestros odios y frustraciones, porque ésos son el camino que minimiza nuestra desdicha.


Burrocracia es nuestra lucha, nuestro rebuzno es un rugido en contra de la historia que pretende ser solo materia de lo verdadero. El riesgo que aquí corremos es superar la realidad desagradable a través de la violación del orden establecido; celebrando un proyecto que pretende crear una especie de soporte para trabajar juntos desde la misma nada.

The Burros Discos.